Se termina una era. Acaba un ciclo. Con la llegada del 2012 comienza a escribirse una nueva página en la azarosa historia del Recreativo de Huelva. Será el primer año del club como Sociedad Anónima Deportiva en manos privadas, de Gildoy España presumiblemente, pero sin la tutela del Ayuntamiento. Huelva Deporte mantendrá un ojo dentro, aunque su capacidad de decisión y de ejecución será muy escaso.
El 13 de enero de 2.000 se formó el primer consejo de administración del Recreativo de Huelva SAD. Precisamente alrededor de esa fecha se firmarán las escrituras de venta del 75 de las acciones de la sociedad. Con aquel paso se dio por finalizado un largo proceso, no libre de dificultades, de conversión iniciado en julio de 1999 con la entidad saboreando de nuevo el dulce sabor del fútbol de plata.
Acostumbrado a los sobresaltos, el camino del Decano ha estado jalonado de barreras desde entonces. Sin embargo, durante esta década larga que toca a su fin vivió cuatro temporadas en Primera División y una final de Copa del Rey, además de mantener siempre como mínimo la Segunda División, salvo un traspiés deportivo resuelto en los despachos en el verano del 2000.
Al amparo del balón y sus designios, el club creció durante estos. Abandonó su vieja casa de la Isla Chica para trasladarse a un recinto acorde con los nuevos tiempos. Estrenó su anhelada Ciudad Deportiva y creció exponencialmente en todos sus aspectos. No obstante, no todo fueron buenas noticias a nivel institucional. Los últimos años vinieron marcados por una mala gestión deportiva que arrastró a la economía del club a una posición pareja a su punto de partida. La entrada en concurso de acreedores supuso el punto y final a un modelo agotado. Tras una tumultuosa transición de un año agitado, toca a su fin la historia de la SAD al amparo municipal. Llegan los nuevos tiempos.
Nadie podía pensar cuando el 13 de enero de 2000 José España asumió la presidencia de la entidad todo lo que el destino deparaba para el club. Rodeado de recreativistas ilustres como Quino Maján, Francisco Mendoza o Joaquín Caparrós formó un primer consejo en el que ya formaba parte Michael Dumois y del que saldría el germen del más dilatado en la historia albiazul. Heredaron un equipo en una delicada situación deportiva. Apostaron por Julio Fernández Peguero para el banquillo. El onubense asumió el reto y rozó la proeza. No pudo conseguirlo y la tarde del 4 de junio de 2000 el Recre descendía a Segunda B tras perder en Pamplona ante Osasuna. Uno de esos partidos grabado con fuego en el recreativismo. Tantas veces esquiva, la fortuna le dio una segunda oportunidad al Decano. Cumplió en los despachos para recuperar la categoría por los impagos del Logroñés, el Mérida y el descenso del Atlético B arrastrado por el primer equipo.
Para entonces el equipo estaba conformado para luchar por volver a Segunda. Se eligió para ello a otra de esas figuras clave durante los años venideros. El consejo, por recomendación de Caparrós, apostó por Lucas Alcaraz. Sin esperarlo se vio compitiendo en Segunda. Hizo una campaña extraordinaria, que a punto estuvo de dar con el Decano en Primera. Los dichosos ‘errores humanos’ de los árbitros impidieron ese ascenso, que sí se conseguiría al año siguiente.
Ese premio le correspondió al segundo consejo. Francisco Mendoza fue su presidente. Se constituyó el 5 de julio de 2001. Michael Dumois, Prudencio Serrano y Manuel Jesús Pérez siguieron con él en este nuevo proyecto, que llega hasta hoy. Los dos primeros, más Pedro Nevado y Francisco Muñoz, formarían el núcleo directivo del club hasta la entrada en concurso de acreedores.
En los primeros años se consiguieron dos ascensos a Primera División (2001-02 y 2005-06), dos permanencias en la máxima categoría (2006-07 y 2007-08), una final de la Copa del Rey (2003) y un Campeonato de Segunda (2005-06). No sólo cosecharon éxitos, ya que también hubo decepciones como el descenso a Segunda en 2003 y en 2009. Pero nada comparable con el golpe sufrido por todo el recreativismo cuando perecieron en la carretera cinco aficionados albiazules en su desplazamiento a Madrid para presenciar un, a la postre, histórico Real Madrid-Recre (0-3).
El modelo comenzó a dar muestras de agotamiento. Una meritoria salvación in extremis contra el Real Valladolid no provocó la necesaria reflexión interna. El club siguió adelante con sus errores y en la campaña siguiente la mala planificación deportiva resultó letal. Una plantilla excesivamente cara y con un rendimiento ínfimo no sólo llevó al equipo de vuelta a Segunda, tras el relevo de Zambrano por Alcaraz, sino que supuso el principio del fin del proyecto.
La pérdida de la categoría tampoco propició el necesario debate sobre el camino y los medios que debía emplear el Recreativo en ese instante. Una apuesta firme por retornar a Primera con un plantel sobredimensionado y mal estructurado sólo sirvió para alimentar el agujero provocado por el descenso. El desenlace de todo ello fue la solicitud del club de acogerse a la Ley Concursal acuciado por serios problemas económicas.
Como un círculo que se cierra. La conversión del club en una SAD bajo tutela municipal tuvo como consecuencia la superación de un grave problema financiero. Casi doce años la situación económica recuerda a la del comienzo. Entonces fue precisa la intervención de Huelva Deporte para superar la situación límite. Los tiempos cambian. Huelva Deporte y el Ayuntamiento, tras asumir casi en exclusiva una ampliación de capital que evitó un primer match ball, decidió que había llegado la hora de que el club pasara a manos privadas. En cuestión de días será una realidad. Sólo faltan los formulismos tras presentar Gildoy España, la empresa que lideran Pablo Comas y Víctor Hugo Mesa, la única oferta por la compra del Decano. Entonces comenzará un nuevo capítulo de la historia del Recreativo.
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