Con la derrota por 0-2 ante el Salamanca, el Recre encadena ocho jornadas sin conocer la victoria, se hunde un poco más en la clasificación y realiza el peor arranque en todos sus años de existencia.
Se jugaba mucho el Decano en una inusual noche de viernes. Pablo Alfaro, al fin sin lesionados, pudo salir con toda su artillería; una artillería más bien de soldaditos de plomo vista la exigua mejoría ofrecida en viejos errores como: falta de pegada, escasa elaboración, debilidad anímica, insuficiente juego colectivo, anarquía en el juego por las bandas,… Carencias que no pueden suplirse sólo con intención y ganas de agradar, las mismas con las que, por enésima vez, saltó al coliseo onubense. Incluso tuvo un par de ocasiones por medio de Mora y Kepa que invitaban al optimismo.
Pero al margen del poco tino en la portería contraria, el gran caballo de batalla de este equipo, la creación, volvió a ser misión imposible; con Jesús Vázquez en tareas de “chico para todo” y un gris Alex Quillo perdido entre la maraña de jugadores rivales. Dani tenía que bajar una y otra vez para abastecerse de balones, mientras los que debían servirlos, salvo los primeros minutos, tampoco se prodigaron en tales menesteres. Justo arriba el marbellí Kepa, muchas revoluciones muy por debajo de las exigidas, quería pero no podía.
El gol hundió al Recre
Tras el descanso, pasado el primer cuarto, Alfaro quiso imprimir más intensidad en el juego de ataque con la entrada de Acuña y Aarón. De nada sirvió ya que el Salamanca, tres minutos después de las sustituciones, hundía en la miseria a los albiazules, colocando el 0-1 en el marcador gracias a una excelente conexión entre Sarmiento y Marcos Márquez. Lo que es tener delanteros resolutivos. Un bonito gol en el minuto sesenta y cuatro que fue una pesada carga moral para los recreativistas.
Para cerrar una noche de espanto futbolístico, en el descuento, Andrés Lamas empañó una honrosa actuación individual cometiendo penalti sobre Quique Martín. Fue él precisamente quien lo ejecutó poniendo un excesivo 0-2 ante el grito de “directiva dimisión”. Triste epílogo a un resultado que no hace más que ahondar en la herida económica de un equipo con mucha pena y ninguna gloria. Todo esto, y siendo optimistas, sin merecer tan cruel final aunque siga mostrándose como un conjunto con muy mala pinta y peor futuro.
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